martes, 11 de diciembre de 2012

Campaña de Navidad

- "Pues de regalo quiero..."
Lo decía mientras enroscaba un mechón de pelo entre mis dedos, poniendo cara de Lolita treintantañera (la de Nabokov, no la cantante/actriz/empresaria) y pestañeando como si se me hubiera metido algo en los ojos. Mi querido había tirado la toalla y para esta Navidad decidió que yo misma me eligiría el regalo y así se ahorraba luego el segundo viaje para ir a cambiarlo. Eso y ver mi cara en posición forzada haciendo una mueca para fingir que me gusta, porque una tiene muchos defectos pero ser falsa no es uno de ellos. 
Este año no, este año pensaba ir a tiro fijo y acertar de pleno. Como hombre que es, no captó mis sutiles comentarios enviados vía las niñas. Ellas, peinadas con sus lazos y vestidas con el mejor vestido del armario (que lució primero una y luego la otra, que no me llega para tener dos mejores vestidos), aparecían delante de su padre por cualquier rincón de la casa, se plantaban delante de él y con sus delicadas vocecillas soltaban la lección. Diseñé tres frases tipo, todas de fácil comprensión para el sexo opuesto y de fácil dicción para mis pequeñas niñas parlantes:
 Frase tipo A: " Papi, mami dice que tendremos que "des-pil-fa-rrar" en los yogures del Coronado porque no tiene tiempo ni para ir al baño". Fácil, no? Pero, por si acaso, planeé la siuiente.
 Frase tipo B: " Papi, mami dice que se va rapar el pelo porque no tiene tiempo de peinarse su larga melena como la Beyoncé y que así está fresquita para el verano que viene". Ya??? Pues no. Otra.
 Frase tipo C: "Papi, mami dice que si quieres fiambre para cenar hoy y comer mañana y cenar también y para pasado y el otro porque no le da tiempo a hacer un menú como los de El estirón y que ya comeremos comida caliente cuando nos casemos y vengamos a casa a comer los domingos". Ésta me costó más que se la aprendieran pero al final les salía del tirón. No son listas mis nenas!
Pero él seguía ahí, tan pancho, pensando en  que Messi es de otro planeta y que a ver si en mercado de invierno fichan a Falcao. 
Yo seguía con mis indirectas, sentándome con mis piernas (sin depilar) sobre él ("- ay cielo, si es que no he tenido tiempo ni de ir a la esteticién este mes!"); hablándole de lo bien que entrena Luis Aragonés a la Selección ("-ay cariño, si es que no veo ni el telediario"); mostrándole con discrección que lo del cabecero de nuestra cama no es un tapiz antiguo sino una telaraña que se han ido tejiendo durante generaciones de arañas...
-"Pues de regalo quiero..."
-"Ya lo sé, cariño, no te preocupes que yo las pillo al vuelo".
Me guiñó un ojo y se fue por donde había venido.
La noche de Reyes me acosté con la ilusión de los ocho años. Pensaba en mi vale para un spa con, por lo menos, un par de sesiones; o en unas entradas para ver a Miguel Bosé cantándome el Morena mía; o por qué no, un fin de semana romántico para los dos solos en nuestra Mallorca querida... esta vez tenía la certeza de que acertaría. Y por su cara de satisfación mientras dormía, diría que él también la tenía.
A las 5:59 de la mañana teníamos a mis dos niñas como si se hubiesen tomado cinco litros de café cada una.
- "Mamaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, han llegado los Reyeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeees!!!"
Con el medio ojo que tenía abierto vislumbré a lo lejos una cajita pequeña en la que ponía "Mamá". Era una caja de dimensiones perfectas para meter entradas de conciertos, vales de spa o billetes de avión. De la emoción se me abrieron los dos ojos de golpe, arranqué con ansia el envoltorio y me quedé petrificada, momia total.
Mi querido me miraba con esa cara de triunfo que se les pone a todos cuando PIENSAN que lo han hecho muy bien, cuando ellos mismos se dan una autopalmada en la espalda y se dicen eso de "eres un tio macho", "qué grande eres" y frases lapidarias de este tipo,
Cuando gracias a los chillos de mis hijas en ambos oídos (ventajas de tener dos, los gritos se escuchan en estéreo) reccitándome a voz en grito todos y cada uno de los regalos que les habían dejado los señores de Oriente reaccioné, mi cara no se esforzó siquiera en fingir la más mínima alegría. 
- "Pero cariño, si es un modelo nuevo con música de Pablo Alborán incorporada y recogepelos transparente para que veas cuando tienes que vaciarlo! Me dijeron que era la mejor depiladora del mercado".
- "Elige cariño: ¿el ticket regalo o los papeles del divorcio?"
Pero ¿tan complicado es? Mi regalo soñado es gratis, no necesitas envoltorio y lo más importante, no hay cosa en el mundo que me gustaría más. Mi regalo soñado es algo tan sencillo como TIEMPO. Para mí, para escucharme, para mimarme, para reponer fuerzas y para gastarlo tocándome la barriga mientras me hacen una limpieza de cutis.
Para el año que viene pienso ponerle carteles explicativos aprovechando las luces de este año del árbol de Navidad. 
Hombres...!

miércoles, 5 de diciembre de 2012

Fin

Fin, se terminó. No vuelvo a hablar, escribir, blasfemar o amargarme por el tema de la lactancia materna. Tenía escrita una perorata inmensa sobre el tema, con enlaces, cifras, testimonios en plan Ana Rosa... pero se acabó, todo borrado. 
Ya estoy harta de dar explicaciones a diestro y siniestro de los motivos por los que mis hijas han tomado poco o nada el pecho. Hartita. Las madres de biberón tenemos una coletilla asociada a "no le doy el pecho porque... " y aquí de todo: mastitis, depresiones postparto, no me subía la lehe, se me desmayó en niño y me dijeron que era por hambre, me obligó el pediatra al verme sin peinar, pintar e incluso vestir y con 30 kilos menos... De todo. Explicaciones y más explicaciones. 
Venga a justificarte en el pediatra porque tu niña lleva tres bronquitis ("¿es que no les ha dado pecho?"). Pues sí señora, se lo di y se lo comió de un bocao porque estaba muerta de hambre.
Así que fin de la representación. Aplaudo a las madres que dan biberón. Y a las que dan pecho. A las que duermen con sus niños, todos juntos y calentitos. A las que duermen a sus retoños en la habitación de al lado, toda la noche con el ojo abierto mirando el vigilabebés por si se le mueve un pelo o por si a ver si la abuela tenía razón y está el coco debajo de la cuna. Aplaudo a las madres que llevan a sus niños en una mochila, en una bandolera, a caballito encima de los hombros o en un cochecito. Aplaudo a las madres bogaboo, a las Stoke y a las Chico. Aplaudo a las que dan potitos un día y a las que los dan siempre. A las que sacrifican su vida laboral por quedarse en casa cuidando de su prole y a las que a los 4 meses tienen que pagar a alguien para que los cuiden. Aplaudo a las madres que dejan de gastar en ropa para ellas y se lo gastan en ropa para ellos. Y a las que se dan sus caprichos, también. A las que juegan tiradas en el suelo y a las que le ponen cantajuegos para tomarse un café y fumarse un cigarro tranquilamente en la terraza.

Y basta ya. Bastante duro es ser madre (digo duro, esplédido, maravilloso, gratificante... pero duro, durísimo) como para andar atacando a cualquiera de ellas porque no le hace un puré en el día y se lo da comprado de la farmacia. Todas hacemos malabares con nuestras vidas para hacer felices las suyas, sacrificamos nuestro sueño, nuestro descanso, nuestra tranquilidad por ellos. Todas somos madres que sufren y luchan por sus hijos y nadie tiene derecho a menospreciar la labor de ninguna porque no dé el pecho a sus hijos.

Tenemos información pero también dos días para ser felices con lo que nos toca. Basta ya de amargar a madres recientes que cogen en la mano un biberón y sienten que están dañando a sus hijos porque SEGURO que esa madre está haciendo lo que cree mejor para su hijo. 

Y si no, cual es la receta? ¿Quién tiene la receta perfecta para criar a nuestros hijos?

Dejemos a cada una realizar su labor de madre lo mejor que pueda. Ayudemos a la que nos pide ayuda y a la que no, aplaudámosla. Su trabajo de madre se lo merece porque, lo haga como lo haga, seguro que es la mejor forma de criar a SU HIJO.