Había una vez, en un rincón del mundo, un papá pluriempleado.
Este papá era astronauta y comandante de cohete espacial. Un día, su hija mayor se fijó en la Luna, la Luna se dio cuenta y la hipnotizó para que no dejara de mirarla nunca. La hija mayor sentía verdadera pasión por la Luna; pasión que se extendió a las estrellas, los planetas y los cometas. Así que papá se sacó de la manga un cohete cubierto de luces y equipado con docenas de botones para poder llevar a su niña por todo el Espacio Exterior. Y ella aprendió a ponerse un traje de astronauta, a andar flotando sobre la luna, a llamar por su nombre a Venus ("que es un planeta que parece una estrella pero que es un planeta"- solía contarle a su mamá después del aterrizaje).
Este papá era también mecánico. Otro día su hija mayor se dio cuenta de que había arreglado "sin querer" el mando de la tele y le entró el gusanillo de la mecánica. A papá, que también es ingeniero, se le hinchó el pecho de puro orgullo al pensar en que su hija mayor seguiría sus pasos y empezó por enseñarle su caja de herramientas... y la pequeña manitas aprendió a distinguir rápidamente una llave inglesa de una allen. Y tanto aprendió que no dejaba pasar ocasión cuando veía algo roto... o con posibilidades de romperse. Papá y su hija mayor cogían sus herramientas y chocaban las manos al grito de "Equipo Umiiiiiiiiizumiiiiiiii", y allá que iban felices a cambiar una pila o a darle cuerda al muñequito de la hija pequeña.
También era un papá caballito, un papá columpio y un papá pirata que surcaba los mares con la Capitana Carlota y la grumete Paloma. Esté papá era malabarista, cómico y cocinero de plastilinas. Era un papá maravilloso que cada día le demostraba a sus dos pequeñas cuantísimo las quería.
Resulta que ese papá, además de pluriempleado, es un hombre casado. Ella, su esposa, es un completo dechado de virtudes las cuales, en ocasiones (solo en ocasiones) se le suben a la cabeza y le nublan la vista impidiéndole ver que a veces (solo a veces) no tiene razón.
A esa mamá, la de las virtudes, se le olvida que ese papá tuvo el mejor maestro y que él, el Maestro, le enseñó cómo ser el mejor padre que un niño de intensos ojos azules y perenne sonrisa en la boca pudiera tener. Y esa mamá no pudo darle las gracias en persona al Maestro porque en el cielo tenían prisa por tenerle con ellos. Se fue tranquilo porque sabía que tendría línea directa con la tierra y que si alguna vez veía dudar a su hijo delante de sus nietas, le contaría bajito y al oído lo que hizo él aquella vez que..
Esa mamá tiene a veces tanto que hacer con sus niñas que olvida (a veces) que antes de todo fueron dos y que algún día (muy lejano) volverán a ser dos, o tres contando con el gato que volverán a tener.
Y para entonces, cuando estén sólos los dos, ese papá y esa mamá chocarán sus manos como un equipo, el que fue capaz de traer a la vida a dos princesas que serán, sobre todo, dos buenas personas.
Porque teniéndote a ti como espejo en el que mirarse, no podría ser de otra manera.
Te queremos.
Feliz Día del Padre
Tus niñas.