viernes, 30 de noviembre de 2012

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Bueno, bueno, notición. Hacía años que no reunía a todas mis amigas para contarles alguna primicia. Las llamadas, mensajes y correos varios giran ahora en torno a las bocas ("Martinita ya ha dicho su primera palabra: ¡caca! Estamos felices. Bss"), barrigas ("Alvarito ya come trozos, como un niño mayor! Estamos felices. Bss") o esfínteres de nuestras proles ("Operación fuera pañal desastrosa, la casa huele a callejón junto a discoteca... pero estamos felices! Bss").

Ya llevaba tiempo dándole vueltas a la idea, lo cual en mí es prácticamente inútil porque en la primera vuelta ya me he decidido a hacerlo. ¿Qué empiezo a pensar con el primer café en que quiero darle un cambio de estilo a la casa y cambiar un par de muebles? en dos minutos estoy mordiendo el cruasán en la puerta de Ikea. ¿Qué he visto con el rabillo del ojo que mi querido tiene una melena digna del cantante de Europe? no he terminado de enfocar del todo la imagen y ya le he pedido cita para mañana en Luigi`s. ¿Qué empiezo a pensar en vestidos de novias? pues al rato estoy probándome vestidos en Prenatal porque ya sé lo que viene después.

Y así ha sido de nuevo. Hace dos mañana me he levantado, me he duchado, vestido, maquillado y mirado al espejo después... y ahí ha empezado todo. La misma ropa de hace cinco temporadas, el mismo peinado, el mismo número de maquillaje, colorete, lápiz de ojos... nada nuevo a excepción de dos arrugas, diecisiete estrías en la barriga y una talla menos de sujetador (está claro que todos los santos han ignorado mis rezos diarios implorando implantes de siliconas sin cirujía). Entonces me he empezado a plantear que igual mi yo madre se está pasando con el secuestro de mi yo mujer y que lo mismo necesitaría renovarme un poco. Dos días dándole vueltas al asunto: record mundial. 

Esta mañana me he puesto mi abrigo largo marrón heredado de la tía-abuela Margarita y me he echado al centro comercial como una posesa. Primero saneamiento de urgencias y mechas californianas a lo Sara Carbonero; luego depilación de prácticamente todo el cuerpito humano; a continuación manicura, pedicura y mascarilla... todo esto en Lourde´s. Luego, con dos kilos menos, me he vuelto loca comprando zapatos, vestidazos, cremas y bolsos. También he comprado un bolígrafo para mi querido, que no se diga.

Cuando me he montado en el coche me he sentido como nueva, como antes. Como cuando entraba y salía de casa sin preocuparme por nadie más que por mí; como cuando ver la nevera vacía era una buena excusa para salir a cenar y no el fin del mundo porque no quedan salchichas para las niñas; como cuando me compraba ropa para sentirme atractiva y no cómoda-todo-terreno; en fin, como nueva. Con el subidón he cogido el teléfono y he mandado un wassap a mis amigas para comer juntas, hoy tiro la casa por la ventana. 

Y qué gusto, sin capazos ni sillitas a mi lado, sin termos de potitos, sin baberos, sin llantos... sólo conversación entre mujeres adultas, confidencias, alagos por mi gran noticia del fin del secuestro y puesta en libertad de mi yo mujer, en fin, felicidad suprema. De vez en cuando me sorprendía meneando la silla de Claudia que estaba a mi lado. A ver, la yo madre sigue ahí y sigue mandando, tampoco ha desaparecido como por arte de magia. Así pasamos la comida, alabando los momentos de soledad, los ratos sin balbuceos, los bolsos superchic en los que ni queriendo cabe un pañal, los tacones, el dormir sin hora, en fin, todo lo que una madre echa de menos en su vida.

En esas estábamos, terminando la tercera botella del Ribera del Duero que nos habían puesto, cuando caimos en la cuenta de que algo pasaba. Yo estaba tan eufórica con el cambio de look (y actitud, pero eso es capítulo aparte), que no me había dado cuenta de que Claudia no había abierto la boca en ningún momento. No había dicho ni una palabra y no había bebido ni un sorbo de vino. No sé qué me resultó más extraño. 
Una a una fuimos guardando silencio y conforme nos íbamos mirando las unas a las otras, empezamos a sonreir, luego a reir, a aplaudir... y a llorar de alegría. Estaba claro: ¡Claudia estaba embarazada! Ella se limitó a asentir y ponerse a llorar con un llanto demasiado sonoro como para ser de alegría. Cuando tuvimos el detalle de dejarla hablar por fin, Claudia se secó las lágrimas y nos dijo:
- "¿Pero por qué os ponéis tan contentas!? si lleváis toda la comida celebrando que vuestros niños están lejos de vosotras?"
Y entonces todas nos pusimos a la vez a contarle que si el día más feliz de Isabel  fue aquel en que vino al mundo Martina, que si Carmen llora cada noche cuando Alvarito le dice "hasta mañana, mamaíta, te quiero mucho", que si Raquel adora dormirse abrazada a sus dos niñas... todas le fuimos contando como, desde el momento en el que el predictor dice sí, tu vida da un giro tan brutal, que tardas un poco en recomponerte y volver a ser tú... aunque realmente no vuelves a serlo nunca porque ser mamá te hace ser más generosa, más humana... más feliz.

Claudia empezó a entender entonces lo que era ser mamá, a lo que renuncias y lo que obtienes a cambio, que los ratos malos existen pero que vienen seguidos de otros de absoluta felicidad... Claudia estaba empezando a entender, quizá porque ya estaba empezando a ser mamá.

10 comentarios:

  1. Me encanta!!!pero que bonito y que bien escrito...tanto, que parece que yo también estoy presente. una crítica: muy corto.
    PD: esperando la siguiente entrega

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    1. Muchas gracias, Anónimo... es de las entradas más largas así que me encanta que se te haya hecho corta!! Un beso

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  2. Es perfecto!! Muy bien escrito y del contenido qué voy a decir... que es muy muy bonito y que mi yo mujer ha cambiado a mi yo mamá. Me encanta!! Es para mandarlo a algún concurso! Enhorabuena mamá artista!!

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    1. Mandarlo se manda... otra cosa muy distinta es que gane algo :) Tu es que tienes un yo mujer muy grande!!!!Gracias principesa bonita!

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  3. Genial Bego, si que es cierto que cuesta asumir todos los tributos que hay que pagar por ser madre, estrías, algun que otro kilito, ojeras, bolsas, tetas uff!.
    El reflejo del espejo tampoco es el mismo, ahora se ve a una madre, a una super-mujer feliz de ser madre, que transmite una alegría que no la dan las todos esos potingues que nos hechamos.Un beso !!ánimo y sigue escribiendo que se te da muy bien!!

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    1. Claro que sí, cuando somos capaces de dormir seis ó siete horitas seguidas tenemos una alegría en la cara estupenda... Un besazo y muchas gracias por los ánimos!!

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  4. Bego (pechá de llorar que me acabo de dar)

    Un muack muy gordo

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    1. Un beso grande, grande, cargado de un deseo que se tiene que cumplr.

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