Esta mañana me he despertado con una agradable sorpresa: me ha escrito una
lectora. Antes de leerla, me he levantado prácticamente levitando para no hacer
ni el más mínimo ruido que activara el “modo on" de mis hijitas. Con mi
querido no tengo tanta cautela porque él, una vez ha cerrado el ojo, lo puedes
poner en medio de un concierto de Justin Bieber con veinte mil adolescentes
chillándole a pleno pulmón que quieren un hijo suyo o lo que surja, que él,
como mucho, se da media vuelta y sigue roncando.
Me he preparado un café y un par de tostadas con mantequilla de la buena y
con un subidón que ni Paquirrín en una fiesta de camisetas mojadas, me he
sentado delante del portátil para leer a mi seguidora como se merece: a plena
pantalla.
Se llama Julieta y tiene cincuenta y cinco años, cuatro hijos y un marido.
Me cuenta además que es natural de Alburquerque pero que a los dieciocho años
cogió una bolsa con cuatro biquinis y se "plantó" en Ibiza a vivir la
vida bajo el sol. Luego resulta que la vivió bajo la luna porque se pasaba el
día (la noche) de juerga en juerga, echando bailoteos con diestro y siniestro y
fumándose todo lo que caía entre sus dedos. Pero llegó el invierno, cada
mochuelo se fue a su nido y las juergas y los bailoteos menguaron. Pero ella ya
se había hecho al flaó y a las hierbas ibicencas y aquello de volver a las
empanadillas fritas y al licor de orujo de su padre, como que no le atraía lo
más mínimo. Así que se quedó, conoció a Dimitri, un ruso de ojos verdes que la
enamoró a base de chupitos de vodca y erres marcadas y comenzó una nueva vida
junto a él y junto al mar.
Llegada a este punto empecé a impacientarme porque en la barbaridad de
palabras que llevaba leídas, ni una hablaba de mí. Y digo yo, que si una quiere
contar su vida, pues llama a Ana Rosa o al Diario de Patricia y la maquillan,
le ponen el pelo mono y sale en la tele un rato que luego podrá revivir cada
vez que tenga una visita en casa.
Se casó con Dimitri como hoy se casan las estrellas de fútbol, bajo un arco
de flores y descalzos en la arena de la playa. Se quisieron tanto que él
empezó a aspirar las haches y a decir jacha, jigo y jiguera y ella, por amor
también, le decía que tenía el mismo acento que su padre, el hombre al que
hasta ahora, más había querido.
Volví a leer el asunto del correo porque igual, en la pantalla ridícula del
móvil y con los ojos a media asta, me
había equivocado y realmente no era una lectora sino una vendedora de
enciclopedias que quería que le cogiera cariño a base de contarme su vida. Pero
no dejaba mucho lugar a la duda: Julieta García// Asunto: Unas palabras para
usted de parte de una lectora. Nunca me he considerado la Maraia Carey de las letras pero
si una lee esto unas horas después de publicar una entrada de la que se ha
sentido más que orgullosa, espera, como mínimo, que la mencionen un par de
veces. Pero no, ella seguía bla, bla, bla con su Dimitri, con sus cuatro partos
bajo la luna, con su vida plena junto a su amor y sus hijos…
Julieta fue una madre dedicada y feliz, no se permitía no serlo porque
entendía que la vida le había proporcionado más que de sobra para sonreír cada
día. Nunca perdió los nervios ante las rabietas de sus hijos, nunca les alzó la
voz para mandarlos callar, nunca una mala cara. Sus hijos lo eran todo para
ella y los educó lo mejor que supo.
Y creyó tanto en que cada día tenía que sonreír, que lo hizo cada uno de los
327 días que Dimitri llevaba enfermo.
Julieta termina haciendo algo que no ha hecho nunca: reñir. Me riñe por no
hablar más de mi familia, me riñe por necesitar ratos de soledad lejos de ellos,
me riñe porque dice, algunas veces me nota tensa, nerviosa, disgustada.
Y así, sin más, me dice adiós.
De pronto y sin saber por qué, cientos de lágrimas inundan mis ojos. Y sin
saber tampoco por qué, me levanto y entro en la habitación donde ahora duermen
los tres abrazados, felices, despreocupados. Y sonrío, sonrío feliz porque la
vida me ha dado motivos de más para hacerlo cada día.
Mala marvada! Cómo cojines le explico yo ahora al rano los pucheros?
ResponderEliminarGracias, julieta
jajajajaja deja de pucherear y ponte a escribir una entrada de esas que me dejan la sonrisa para todo el día!!! Vamo, vamos vamos!!!!
EliminarMala marvada! Cómo cojines le explico yo ahora al rano los pucheros?
ResponderEliminarGracias, julieta
Qué entrada más rara! Será cosas de las musas... Excelente al comenzar y con prisas, como casi siempre, para terminar.
ResponderEliminarPor cierto esos cuatro bikinis no serán los míos, no?
No te creas, he dicho lo que quería decir. A veces, lo complicado es terminar. Anoche tenía a las musas castigadas por llegar tan tarde!!
EliminarQué bonito!! Snif...
ResponderEliminarSolomillamen me ha hecho el camino para llegar a tí y me has encantado!! ^.^
Un abrazo fuerte!!
Qué honor tan grande!! Endorfina en persona comentando en mi blog!!! Ay qué alegría me has dado!!! De verdad, me has alegrado la mañana!! Gracias preciosa y un abrazo gordo para ti también!
EliminarCoño!! si he llorado hasta yo!! Me ha encantado esta entrada y la historia de Julieta.
ResponderEliminarBego eres estupenda, y aunque te quejes, estés tensa, te estalle la cabeza por las "jodidas" migrañas, quieras irte a la luna un rato para tener tranquilidad y un rato para dedicártelo a ti: No dudo ni por una pizca que adores y ames a tu familia.
Un abrazo
Anda, para no quererlos!! Gracias princesa, de exmigrañosa a exmigrañosa :)
ResponderEliminarHola Bego, acabo de entrar en tu blog y me he encontrado con esta hermosa entrada de esperanza y positividad....ha sido como un bálsamo en un día en que necesitaba "de algo" que me hiciera reiniciar el cerebro atascado con que me levanto a veces.
ResponderEliminarLo más difícil ya lo has hecho con esta tu nueva-recién-seguidora: enganchar al lector y querer seguir conociendo más y más sobre este baul en el que cabemos todos....
Te deseo unas buenas noches y te mando un abrazo desde el Bloque 3 de Las Pérgolas, justo arriba tuya pero enfrente.
Saludos de Noches en Santa Clara
No sabes la ilusión que me hace que me leas, que me escribas y que me digas lo que me dices. Muchísimas gracias, anónima vecina :) Y para los días de atasco, bajas al 3º y nos tomamos un café "desatascante", que ya verás lo bien que nos quedamos!! Un abrazo gordo, bonita!!
EliminarPrecioso, y sí, nos sobran. Montse
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