sábado, 9 de marzo de 2013

Una novela sexual

                                                                                            A mi amiga Ana. Por seguir siéndolo.

Después del éxito de la mil veces nombrada historia de "El señor de los azotes", mi editora no para de presionarme para que mi nueva novela tenga alguna que otra salpicadura de índole sexual.
- "Nena, suéltate el pelo, deshazte de los grilletes de tu educación religiosa, tómate dos gintonics y dame una novela que tenga enganchadas a las mujeres españolas de dieciocho a noventa años! ¡Vamos, vamos, vamos!"- me decía la muy libertina.
En honor a la verdad diré que, en mis comienzos literarios, soñé con ganar algún que otro premio Sonrisa Vertical. En aquella época las hormonas no me dejaban ver más allá de encuentros fugaces y violentos, mujeres maduras que dejaban al marido por un revolcón en medio de una autopista (tampoco tenía conocimientos de seguridad vial, como puede apreciarse), jóvenes descendientes directos de aquellos del Kronem... Aquellos años.
Después de tres novelas publicadas con aceptables críticas y ausencia total de la más mínima exposición de piel humana, me enfrentaba al reto de escribir mezclando penes y tetas con una sintaxis correcta y un léxico adecuado. Eso como mínimo.
Después de días y días encerrada en mi habitación sin despegar mis manos del portátil, encontré al fin la línea argumental que quería seguir y que tendrían lugar en un espacio común: la consulta de una psiquiatra.
Una vez lo vi claro, las musas no tardaron en llegar. No había noche, ni día, no había más que el sonido de las teclas rindiéndose al poder de mis incansables dedos. Las ideas brotaban, las palabras surgían y el Acuarius corría por mis venas a petición expresa de mi madre para que no me deshidratara.
A los doce días salí de mi habitación con el fin de documentarme concienzudamente sobre un tema que no dominaba del todo más que nada, por mi condición de mujer incapaz de entender el cerebro masculino.
Hablé con mis niñas que pasaban unos días en casa de la abuela para permitir a su madre crear en paz y armonía. Hablé con mi gato que pasaba unos días en casa de la vecina para permitirse el lujo de que alguien le alimentara y rascara a sus horas, que los gatos para eso son muy suyos. Hablé con mi marido cuando terminó de hablar por teléfono con el chico del Mcdonals que le atendía y al que muy amablemente le deseó que no fuera nada lo de su primo Eusebio. 
- "Cariño, te necesito"- le dije mientras me servía una copa de vino tinto y unas anchoas para llenar mi sufrido estomaguito.
- "Claro mi vida, ahora mismo. ¿Aquí? ¿En el sofá?"- contestó. Y al mismo tiempo se desencajaba la corbata que se quitaba un zapato.
-" Sí mi vida, pero vestido"-  dije. Y se le cayeron los palos del sombrajo.
Le conté que una de las historias que no me dejaba avanzar era la de un paciente, Antoñito Lacara, adicto al sexo desde los cuarenta y tres, cuando descubrió el cuerpo de una mujer nada más salir de la casa de su madre en una pequeña aldea de las Hurdes.
- "Porque claro, entiendo que cuando llega esa edad en la que dejáis de consumir porno, los hombres me refiero, ¿cúando puede ser?¿ veinte?, ¿veintiuno?"
Y entonces sus ojos desaparecieron de mi campo de visión, se metieron en otra dimensión, en otro mundo tan lejano que no era capaz de encontrarlos.
-"Bueno cielo, depende del caso. Yo, por ejemplo, no he comprado en mi vida ni una revista de esas, vamos que lo único que he visto son las portadas de algunas que cuelga Enrique en el kiosko cuando voy a por el Marca"- me dijo, pero sus ojos seguían levitando en alguna parte del Universo.
- "Claro cielo, lo sé, tranquilo. Me refiero a las revistas, las películas, el intercambio de correos con fotos de lo que viene siendo aestaladejabayomirandopacuenca, ya me entiendes. ¿Cuándo pasáis a la siguiente fase?
-"¿A la siguiente fase?- me decía mientras limpiaba con el dedo índice el polvo de la mesa del salón- "no te entiendo cariño".
Y ahí me quedé. Me bebí mi copa de vino, le di un beso en la frente y le dije que le quería. Por fin había logrado entenderlo todo.

8 comentarios:

  1. Pero qué buena eres, conio!!! Creo que este relato sería genial para ser el principio de uno mucho más largo, por qué no de un libro?

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    1. Porque... mi madre no se jubila y Pedro no quiere coger una excendencia para cuidar a las niñas mientras yo me doy a la escritura. Dice que no le convence lo de que comamos "del amor y del arte". Por eso y porque LA MUSA no ha venido a verme todavía. Besitos amiga, gracias por escribirme siempre.

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  2. Pero qué buena eres, conio!!! Creo que este relato sería genial para ser el principio de uno mucho más largo, por qué no de un libro?

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  3. Sin palabras, como siempre genial. Que ganas de que las fantasías toquen de vez en cuando la tierra y tú escribas una novela. Ese día será de lo más bonito, será extraordinario. TQ

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  4. Mi amiga eterna... cómo me ha gustado. Te echo de menos

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  5. Pero ¿como que las musas no ha vendi a visitarte todavía? ¿entonces esto qué es lo que es? Excusas, excusas. Aora que "tendrás más tiempo" solo con una o con ninguna, ya sabes, no te des a la bebida, date a la escritura. Tu ales mucho baby
    Un beso
    PD: Te supongo liada con las otaciones del árbol. Dejo constancia aquí de tan insigne día

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  6. Genial.............besitos
    Por cierto me sumo a la petición............ ;)

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  7. Lo que me he reído Bego, que buena escritora eres coñ...me quedo con ganas de masssss. :-D

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