martes, 14 de febrero de 2012

Feliz San Valentín

-"Nosotros celebramos San Valentín todos los días"-  contaba mi amiga Claudia al grupito de amigas que escuchábamos embobadas sus historias de feliz recién enamorada. Aunque la verdad, yo creo que ninguno de los que va pregonando que cada día celebra su historia de amor, llegue el quince de febrero y le regale un ramo de rosas blancas de tallo largo a la afortunada costillita. Ese día todos salimos del paso con la dichosa frasecita para no rascarnos el bolsillo (o la mente en caso de no disponer de bolsillo), y sorprender a nuestra pareja con un detalle amoroso. Y digo yo, qué favor le hago a El Corte Inglés si le preparo a mi querido una tortillita francesa con forma de corazón para cenar? y si le felicito hoy el día con muchos besos por la mañana? Como no sea que con el detalle se me ablande y se vaya derechito a la sección de peletería... pues no se me ocurre.

Mario sin embargo sí es de esos. -" Es tan detallista... cada noche, cuando vuelvo a casa de trabajar, me espera con una copa de vino en el sofá, la cena preparada y una nota de amor sobre la cama",  relataba tan campante mi am... Claudia. -" Tengo la casa llena de flores frescas, bombones por todos lados, música romántica sintonizada las veinticuatro horas del día. En un segundo aparece de la nada, me envuelve en abrazos y me susurra al oído cuánto me quiere..." - continuaba la ##¡¡@##### de Claudia. -" Así que creo que voy a dejarlo. Estoy agotada de tanto amor!" 

Todas nos quedamos ojipláticas, sorprendidas, asombradas... a alguna incluso se le desencajó la mandíbula. Claudia sollozaba a su manera candycaniana sin perder ni un ápice de su elegancia y cursilería natural. Y allí mismo nos reveló las perversiones a las que la sometía el perverso Mario en su afán por demostrarle a diario su perverso amor. Elena la acompañó en el llanto por solidaridad femenina y también porque no recordaba cuando fue la última vez que su marido le dijo lo guapa que era. Marta no abrió la boca en las tres horas y cuarto que duró el Diario de Claudia, simplemente fijó la mirada en un punto lejano y allí la dejó olvidada toda la tarde. Laura asentía en silencio sin poderse creer que de verdad a alguien le molestara que le acariciasen el pelo mientras dormía. Y yo no dejaba de pensar en lo poco que a veces apreciamos lo que tenemos. Conocía a Claudía desde la universidad y sabía que en dos días se le habría pasado, en el fondo adora que la adoren...

Metida de lleno en mis reflexiones amorosas, conduzco hasta casa resuelta a demostrarle a mi querido que los dichosos grande almacenes no se van a enriquecer con nuestra celebración del día de San Valentín y que es una fecha tan buena como cualquier otra para avivar la chispa del matrimonio con hijos. Llego a casa, abro la nevera y preparo pequeñas delicatessen de esas que quedan tan vistosas, todas con su pimientito rojo, su mermelada de arándanos, su tomatito cherry... hoy todo va con color del amor. Pongo a enfriar dos botellas de vino rosado y rápidamente baño y alimento a las niñas. Cuentito romántico y a dormir. Me hago un recogido de lo más sensual, me pongo el único vestido que disimula mis dos embarazos y mi afición al chocolate, doble capa de rimel, triple de antiojeras y labios rojo pasión. Taconazo al canto y a esperar a mi querido con las copas de vino en el sofá y su nota de amor sobre la cama...

A las diez y media entró por la puerta. Yo abrí el ojo que tenía medio cerrado ya y poniendo mi voz más sensual le recibí con un "Feliz San Valentín, cariño". Él miró la botella de vino de refilón para comprobar si el arrebato de amor era obra del Rosé D´Anjou. Al ver que estaba casi llena me preguntó por las niñas. -"Duermen...", le contesté levantando una ceja al mismo tiempo. -" Qué bien, voy a cambiarme". Cuando volvió al salón, yo ya me había quedado dormida. Me cogió en brazos, me quitó los zapatos y me metió en la cama. Tuvo además el detalle de desmaquillarme con una toallita Dodot, sabe que no soporto dormir con las pinturas en la cara. A la mañana siguiente me había dejado los platos vacios y una nota en la nevera : " Estaba todo buenísimo, me lo terminé para que no se estropeara". Yo sonreí y apreté fuerte aquel papel contra mi corazón... 




Para nuestro Amor...
Carlota, Paloma y mamá



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