jueves, 13 de diciembre de 2018

LA ZONA DE CONFORT


Resulta que un día estás feliz, tranquila en la zona de confort en la que te sientes segura y relajada, convencida de que ningún elemento extraño podría alterar ese estado zen que acabas de alcanzar en pijama, sobre el sofá de polipiel y  con los pies en alto por fin, cuando de repente ves llegar a tu pareja con la cara desencajada diciendo:

—¡Cari, tenemos que ver esta serie juntos! Es brutal, impresionante, colosal, una pasada, cariño ¡Esta noche empezamos! ¡Tiene una puntuación de nueve con seis en la escala Candemorenaw de seriéfilos.com!

Y a pesar de que tú ya has encontrado esa serie a tu medida, tan afín a tus gustos y que casualmente protagoniza ese actor que transmite tanto… ¡tanto! ¿Qué es la vida sino un toma y daca, un “un día por ti y otro por mí”, un probar cosas nuevas, cambios, salidas de zonas de confort de polipiel? Lo ves tan emocionado con los ojos fuera de sus órbitas y la vena de la frente palpitándole de amor serial, que no te queda otra que decirle:

—¡Claro Querido! En cuanto se acuesten las niñas, nos hacemos palomitas, unos margaritas y la vemos juntos en el sofá.

Además, que une mucho eso de ver series juntos y darle codazos en el hígado cuando ocurre lo que ya le habías adelantado en el minuto dos mientras le dices:

—Te lo dije, te lo dije, te lo dije.

De paso le recuerdas lo intuitiva, sagaz y desorbitantemente lista que eres. Por si acaso.

Pero en realidad sé que nos encontraremos frente a un gran monstruo de tres cabezas que deberemos vencer con la maestría de un ilusionista, la rapidez de movimientos de un ninja y la suerte del ganador de la lotería de navidad.

Las niñas querrán acostarse tarde porque los viernes tienen bula papal y porque ellas no están cansadas en absoluto. Puede que se les caiga la cabeza y metan la frente en el plato de sopa de la cena, pero ellas todavía no están cansadas; puede que por las eses que van haciendo por el pasillo pienses que sí, pero contra todo pronóstico y según juran en lenguas muertas o en su inglés de Dora, ve a saber, ellas todavía no están cansadas; puede que sea lo lógico después de haber madrugado, hecho dos horas de extraescolares, una de parque, tres simulacros de incendio seguidos y una media maratón y volver, pero no, ellas no están cansadas.

Primera parte del plan: Mal pronóstico.

El tema de las palomitas es factible. Nada que objetar. Bueno, si acaso la gachetomano gigante que dificulta enormemente que alguna palomita llegue a mi estómago.

Segunda parte del plan: Pronóstico menos grave.

Tema margaritas, perfecto. Ya que no voy a comer, por lo menos evito morir deshidratada fuera de mi zona de confort.

Tercera parte del plan: Pronóstico reservado.

Luego nos encontramos con la dificultad añadida de sentarnos los dos juntos en un sofá de tres plazas, con dos niñas tratando de mantenerse despiertas a toda costa con tal de no irse a la cama, y un bebé que cree se cree Enrique Iglesias de joven pasándose de una punta a otra de las gradas entre los brazos en alto de su público. Ella trepa por mi cabeza, baja por mi coleta como si fuese una liana en lugar de mi cabello quebradizo, pasa reptando entre las piernas de sus hermanas y se come un objeto no identificado del suelo cuyo sabor le agrada a juzgar por la búsqueda exhaustiva que realiza por debajo del sillón, de los zapatos y de la alfombra.

 Acto seguido trepa por las pantorrillas de su padre portando en la boca todas las pelusas que ha encontrado debajo del sofá pero, cuando ya pensamos que ha encontrado un hueco en el que estar cómoda, comienza a  chillar con un timbre tal que los perros del vecindario entran en bucle, aullando como si tuviesen a la niña de la curva de cuerpo transparente presente, con el único fin de que papi se levante y le deje a ella su sitio. Después, con una mirada, nos hace levantar a las demás como si del mismísimo Houdini se tratara, porque necesita salir de su zona de confort también y decide practicar puénting para bebés desde el brazo del sillón, pero se da un golpe en la frente por calcular mal, entra en bucle de llanto y carcajadas y finalmente llama a su nave nodriza para reportarles que nos tiene a todos a raya como se le encomendó en la misión.

Cuarta parte del plan: Pronóstico de muerte cerebral. Piiiiiiiiiiiiiiiiiii.

Está claro que no somos de ese tipo de parejas que pueden ver series dándose codazos y bebiendo margaritas como si estuvieran acostumbrados.

Venga, leche caliente para todos y la manta bien estirada que nos cubra los cinco pares de pies.

Pero a veces, cuando lo deseas mucho, los sueños se hacen realidad y las niñas se quedan dormidas a la segunda actuación de Tu cara me suena.

El sofá para los dos, leche caliente en el estómago, las once de la noche de un viernes lectivo, pijama con microclima incorporado… o sale Paco León en la serie o no paso de los créditos iniciales.

—Aquí tienes cariño, margaritas y frutos secos para ver la serie. La pongo, ¿vale?

¿Puede ser más leche y roscas de anís de mi madre? Venga, un sorbito solo. Uy, está bueno. A ver, otro poquito. Pues la canción me gusta mucho. Y esto qué lleva dices. De México. Ah, muy bien, pues ponme otro. Qué tres, ni que tres, si los vasos son muy chicos, ponme uno generoso y verás como me dura más, Querido. Y este dónde sale que me suena ¿no hace un anuncio de colonias? Esto al final es un sueño, como lo de Los Serranos, ya verás. No, yo sueño ya no tengo nada. Ponme otra turgalita y qué viva México, cari. Madre mía, vaya derroche en coches chocados, se ve que tienen presupuesto ¿eh? ¿eh? Cari ¿te duermes? Cari…

¡Bueno, un nueve con nueve les he dado yo en la lista Candemorenaw de seriéfilos.com! El diez no porque se relajan. Impresionante lo que hay fuera de la zona de confort. Ya me he dado de alta en un foro de frikis de series y hemos quedado para ver el capítulo final en una gran quedada virtual con margaritas. Moderadora con plenos poderes me han hecho en cuatro horas que llevo como integrante del foro, no digo más.

Y es que ¿qué es la vida sino un toma y daca, un “un día por ti y otro por mí”, un probar cosas nuevas, cambios, salidas de zonas de confort de polipiel? A veces, igual solo hay que atreverse.










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